La empresa Tencent, en China, está utilizando tecnología de reconocimiento facial para controlar que personas menores de 18 años cumplan con un “toque de queda” gubernamental para reducir el uso de teléfonos celulares en la noche.
De acuerdo con The New York Times, previamente las personas niñas, niños y adolescentes tenían que identificarse con su nombre completo y número de identidad para jugar videojuegos en sus dispositivos móviles, pero podían “evadir” los controles gubernamentales al usar los de familiares.
La “Patrulla de medianoche” lanzada por Tencent es el despliegue más amplio de tecnología de reconocimiento facial para este propósito hasta la fecha; sin embargo, la misma compañía había llevado a cabo pilotos desde abril en 60 de sus juegos.
Esta práctica provocó que, en junio, un promedio de 5.8 millones de personas mostraran diariamente su rostro para verificar su identidad al iniciar sesión y provocó que se bloquearan 90 por ciento de las cuentas de quienes fallaban en identificarse o se rehusaban.
Millones de personas se quejaron del incremento en las medidas y la reducción de la posibilidad del anonimato en Internet en la red social Weibo, incluso, se creó una tendencia que advertía a las personas estar completamente vestidas en caso de que la cámara no solo captara su rostro.
En China el reconocimiento facial y otras herramientas de tecnología que facilitan el control social de las personas ha crecido de manera exponencial, se esperaba que para el 2020, el país contara con 300 millones de cámaras con reconocimiento facial. Se utiliza para registrarse en hoteles, en bancos para verificar pagos, para buscar a personas sospechosas de cometer crímenes, al comprar un dispositivo móvil, incluso para ridiculizar a su población por actos considerados como “inapropiados”.
El gobierno también está utilizando otro tipo de tecnologías vinculadas con el reconocimiento facial, como el reconocimiento de emociones, para contextos como “seguridad pública”, pero también para monitorear el rendimiento de estudiantes en clases y el acceso a crédito.
Estas medidas no se han traducido en una mejoría en la vida de las personas, sino que el incremento de la vigilancia, impulsado además por la pandemia de COVID-19, van en detrimento de sus derechos humanos.
Imagen de Shaun Dunmall (CC BY-SA 2.0)