Un juez de Estados Unidos ordenó el jueves 12 de marzo que la informante Chelsea Manning saliera de prisión, tras haber sido encarcelada en mayo de 2019 por negarse a testificar ante un gran jurado en el reciente caso en contra de Julian Assange, fundador de WikiLeaks.
Previamente, Manning había pasado siete años en prisión por haber filtrado cerca de 750 mil documentos clasificados en 2010. En 2017, el entonces presidente Barack Obama conmutó su pena y fue liberada. Sin embargo, en marzo de 2019, fue detenida por desacato al negarse a comparecer ante un jurado; tras ser liberada brevemente, volvió a ser encarcelada en mayo de dicho año y sancionada con el pago de mil dólares diarios.
En su liberación, el juez Anthony Trenga explicó que la comparecencia de Manning ya no era necesaria, por lo que su detención ya no cumplía ninguna función coercitiva para obligarla a declarar. Sin embargo, el magistrado se rehusó a cancelar las multas impuestas a la informante, cuyo monto asciende a 256 mil dólares.
La decisión del juez contrasta con el hecho de que Manning se encontraba endeudada, al no poder trabajar por su reclusión. No obstante, Kelly Wright, amiga de Chelsea, organizó una campaña de financiamiento colectivo para reunir el dinero para el pago de las multas, la cual obtuvo 266,790 dólares.
La liberación se produjo poco tiempo después del tercer intento de suicidio de Manning. La informante había intentado quitarse la vida previamente en 2016, también en prisión.
Figuras como Edward Snowden alabaron la integridad de Chelsea al resistir el encarcelamiento. “El gobierno tiró a Manning en un calabozo por resistirse a un ardid para hacer que los editores de noticias sean sujetos del Acta de Espionaje. Le ofrecieron dejarla ir a cambio de colaborar, pero ella eligió sus principios. Esa es fuerza moral”, tuiteó el ex analista.
Imagen de Roger Jones (CC BY-NC 2.0)