El diario El Universal reportó que una banda delictiva que opera en la Central de Abasto (Ceda) de Ciudad de México, conocida como “Los Oaxacos”, accedió a las cámaras de vigilancia de este espacio y a las bitácoras de la Policía capitalina para la ejecución de sus crímenes.
De acuerdo con la información publicada, la banda soborna tanto a agentes de seguridad privada como a los policías locales, y tiene una nómina amplia de despachadores, taxistas, estibadores y vigilantes.
De esta forma, los Oaxacos conocían información tan importante como cuántos policías hay en la central, cómo realizan sus rondas en los pasillos y los turnos asignados, lo que les permitió llevar a cabo sus operaciones impunemente.
Integrantes de esta banda han sido señalados como los culpables de asesinar a la oficial Margarita Rivera, de la Policía Auxiliar, el domingo 6 de mayo de 2018; así como otros siete homicidios en el último semestre, además de robos y extorsiones en la Ceda.
La información sobre el acceso a las cámaras de vigilancia sugiere un grave caso de colusión entre una organización criminal y las autoridades. Es por ello que el uso de las tecnologías de vigilancia debe contar con mayores controles democráticos y no emplearse de forma indiscriminada, debido a la alta posibilidad de ser abusadas.
Como hemos advertido con anterioridad en R3D, es crucial preguntarnos sobre la proporcionalidad de las medidas de videovigilancia en un país en el que muchas veces no existe una distinción entre Estado y delincuencia organizada.
Imagen original de Sarumo74