Empresas de tecnologías de vigilancia de Israel, como NSO Group, ya no podrían vender sus productos a países con un pobre historial de derechos humanos como México, Arabia Saudita, Marruecos o Emiratos Árabes Unidos, de acuerdo con información publicada por The Times of Israel.
El medio reporta que el Ministerio de Defensa de Israel redujo dramáticamente el número de países a los que las compañías basadas en su territorio pueden vender tecnología de vigilancia, de 102 a 37. La decisión se habría dado después de importantes revelaciones periodísticas sobre el uso del malware Pegasus en decenas de países del mundo y el anuncio de la compañía Apple de que presentó una demanda contra la empresa por utilizar ilegalmente sus dispositivos para afectar a personas usuarias.
El gobierno israelí explicó al medio Calcalist que la determinación se dio para cumplir sus compromisos para supervisar las exportaciones de ciberproductos, pero no aceptó ninguna relación entre las revelaciones del Proyecto Pegasus y su decisión.
Algunos de los países que fueron removidos de la lista son conocidos por casos emblemáticos de espionaje con Pegasus. En el caso de México, el malware fue utilizado para intervenir los dispositivos de periodistas, activistas, investigadores internacionales e incluso políticos opositores; en Arabia Saudita, el malware habría sido utilizado en la trama en la que se asesinó al periodista Jamal Khashoggi.
“De confirmarse, esta decisión es testimonio de los graves abusos que se han cometido en México con tecnologías de vigilancia. Israel también debe garantizar la cooperación para el esclarecimiento y deslinde de responsabilidades de los abusos cometidos en México con tecnologías de vigilancia provenientes de su país”, consideró Luis Fernando García, director ejecutivo de R3D: Red en Defensa de los Derechos Digitales.
La nueva lista se publica poco después de que el gobierno de Estados Unidos incluyó a NSO Group y a Candirou en la Lista de Entidades con actividades contrarias a la seguridad nacional o intereses de su política exterior, debido a que sus productos permitieron a gobiernos extranjeros espiar a disidentes, periodistas y activistas.