La posibilidad que millones de niños y jóvenes en el Reino Unido utilicen sus huellas dactilares como forma de identificación en las escuelas ha causado alarma entre organizaciones sociales en las islas británicas.
La tendencia se ha incrementado en los últimos años y, de acuerdo con la ONG Big Brother Watch, para 2014 más de un millón de alumnos de secundaria habrían entregado sus huellas dactilares.
Los alumnos de estas escuelas podrían utilizar sus huellas dactilares para realizar diversas actividades, como ingresar a las instalaciones, comprar un almuerzo, sacar un libro de la biblioteca y tomar el autobús, entre otras, informó el diario The Guardian.
Pero, la recolección de datos de niños y jóvenes puede ser peligrosa. Recientemente, Google fue cuestionado en Estados Unidos por la forma en que trataba la información que recolectaba de millones de alumnos que utilizaban sus aplicaciones de educación.
Aunque la empresa aseguró que no recolecta datos de estos con fines comerciales, sino solamente con la intención de mejorar sus productos, tampoco aclaró durante cuánto tiempo los almacenaría, ni bajo qué medidas de seguridad.
El director de investigación de la Big Brother Watch, Daniel Nesbitt, explicó que uno de los mayores problemas de este sistmea es que los niños podrían normalizar la vigilancia.
“Quienes experimentan vigilancia en la escuela están semi cautivos y el hecho de que los mismos individuos convivan en el mismo espacio en su día a día significa que estar monitoreados forma parte de su ambiente, tan común y corriente como el pizarrón en el salón de clases”, aseguró Nesbitt.
Al analizar los patrones de los alumnos una empresa podría saber sus gustos, su domicilio, quiénes son sus amigos y otros datos que representan una grave vulneración a su privacidad.
Y, de no ser protegida cuidadosamente, estos podrían caer en manos del crimen o podrian ser usados de forma indebida por entidades gubernamentales o privadas.
Emmeline Taylor, autora del libro Surveillance in Schools, advirtió a The Guardian que si unas escuelas comienzan a implementar estos sistemas, otras se sentirán obligadas a seguirlas, aunque los únicas beneficiadas sean las empresas que los venden.