El anuncio de la desaparición de la entrada de audio de 3.5 mm del nuevo iPhone 7 puede ser considerado como una nueva victoria del DRM (Gestión de derechos digitales, mejor conocido como Restricción de Derechos Digitales) o candados digitales.
Aunque Apple ha justificado su decisión de eliminar el jack de audífonos como una mejora, su estrategia también obligará a sus usuarios a modificar la manera en que interactúan y utilizan sus productos.
Por ejemplo, aquellas personas que no quieran utilizar o que pierdan los AirPods estarán obligados a usar un adaptador para el puerto Lightning para usar audífonos análogos o a comprar un nuevo par de audífonos inalámbricos, de otra marca, o los mismos de Apple.
Además, esta determinación también le otorga un mayor control a la marca sobre los métodos bajo los que usuarios y otras empresas pueden acceder al contenido de audio de un iPhone.
“Actualmente, la insistencia de DRM simplemente invitaría a las personas que quieran evitarlo por razones legales a usar una entrada de audífono de 3.5 mm. Si esa entrada desaparece, no existe una forma legal de evitar la Restricción de Derechos Digitales”, escribió al respecto Cory Doctorow, antes del anuncio final de Apple, de acuerdo con Electronic Frontier Foundation.
Es decir, si no se usa el software bajo licencia de Apple, que cuesta dinero, nadie puede conectar un dispositivo de audio al iPhone. Esto podría incluso ser abusado por las empresas de medios para imponer nuevos límites sobre la forma en que los usuarios utilizan el contenido que esté en su teléfono, advierte la organización.
Simultáneamente, la decisión de Apple tiene como objetivo crear mayor demanda sobre el mercado de los audífonos inalámbricos, en el que es la empresa dominante a través de la marca Beats.