Las preocupaciones en torno a los sistemas de reconocimiento y bases de datos biométricos que se crearon en Afganistán previo al regreso del Talibán al poder parecen confirmarse con el paso de los meses, de acuerdo con una investigación de la organización Human Rights Watch.
Estos sistemas digitales de identidad fueron impulsados durante años por gobiernos extranjeros como el de Estados Unidos e incluso organismos internacionales como Naciones Unidas y el Banco Mundial, pero tras la llegada del Talibán se han convertido en mecanismos que facilitan la represión.
Los sistemas contienen datos biométricos como iris, huellas dactilares, fotografías, ocupaciones, direcciones de domicilio y nombres de parientes, toda esta información puede y ha sido utilizada para perseguir a quienes los talibanes consideran opositores por su asociación pasada con gobiernos anteriores, particularmente integrantes de fuerzas de seguridad, jueces, fiscales y civiles, periodistas, personas defensoras de derechos humanos y activistas por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBT.
Por ejemplo, en agosto de 2021, un comandante talibán aseguró a un sitio de noticias estadounidense que su unidad estaba utilizando escáneres de mano estadounidenses para acceder al sistema de datos biométricos del Ministerio del Interior y juntar información sobre periodistas y personas defensoras de derechos humanos.
Otro caso es el de una jueza de la Corte Suprema del país —institución que tenía un sistema de nómina con una gran cantidad de información personal, incluyendo datos biométricos, que pudo ser financiada gracias a la Unión Europea—, tras tomar control del país, los talibanes irrumpieron en su casa e incluso la buscaron en el domicilio de su madre: “Ella ni siquiera vive con mi padre. Esos detalles solo estaban en el sistema de la Corte Suprema”, aseguró a HRW.
La organización pidió a las instituciones y organismos involucrados en la creación de estos sistemas masivos de datos personales y biométricos que hagan pública la información que potencialmente ha sido obtenida por el Talibán; su arquitectura; los análisis de impacto en los derechos humanos y protección de datos llevados a cabo antes y durante el ciclo de vida de estos sistemas; y los pasos que han tomado para informar a las personas de lo que pudo pasarle a sus datos.
La gravísima situación en Afganistán es muestra de los riesgos que implica la implementación de tecnologías de información biométrica y la creación de bases de datos masivas digitales, como podría ser la Cédula Única de Identidad Digital, además, agravados en el contexto de gobiernos con muy pocas capacidades para resguardarlos de actores maliciosos, con los que podrían incluso estar en connivencia por la corrupción, como es el caso de México.
Imagen (CC BY) Gibrán Aquino